vol.4 nº 1// invierno 2006

imagenes de la frontera / Capítulo III________________________________________________________

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LOS ROSTROS DE "LOS BRAVO", TERRIBLES Y ROMÁNTICOS

Los Bravo son identificados como “Tehuelhet” por Falkner, “Toelche” por Cardiel “Puelche-serranos” por Sánchez de Labrador y en otras formas. Históricamente tenemos registrados tres caciques “Bravos”: Nusanach, Cacapol y Cangapol.
 
NUSANACH O “ EL BRAVO”
De Nusanach tenemos la noticia de que era del Río de los Sauces (Río Negro), de nación serrano según el documento del AGI, Sevilla, Sección V.-Audiencia de Charcas – Expedientes causados con motivo de la Guerra del Tucumán,- Años 1700-1797.[sic] Estante 76- Cajón3- legajo 10. Signatura moderna : Audiencia de Charcas, Leg. 284. Robles, Andrés de [ Carta, 1678 abril 20, al Rey de España, adjuntando copia del padrón de pampas de 1677].
En esa carta del 20 de abril de 1678 del Maestre de Campo, Caballero de la Orden de Santiago y Gobernador y Capitán General de la Provincia del Río de la Plata, Don Andrés de Robles al Rey de España, aquél hace una revisión histórica de sus principios y acciones contra el tratamiento que vecinos, encomenderos y clérigos daban a los indios encomendados. Aunque no está muy claro en la copia que manejamos, parece que por los primeros años de su gobierno ( 1674-1678) sus críticas y controles sobre los encomenderos produjo que éstos y algunos vecinos “se vinieron a entregar dos caciques con sus toldos de nación serranos llamados los caciques Bravos, que nunca habían bajado de la Sierra, ni visto a los españoles, el uno hacía más de un año y murió luego y el otro hacía más de seis meses, y este es muy belicoso y le he tenido todo este tiempo, también debajo de la esta casa sustentándole y agasajándole mucho por conservarle, porque si el mal tratamiento le obliga y puede retirarse a la Sierra.....” ( pag. 3).
Mas adelante, en el expediente, hay una carta anterior del 6 de diciembre de 1677 en la que dice que [en 1675] “ Por la parte sur de la otra banda del Saladillo se apresó al cacique llamado Bravo con treinta o treinta y una personas de todas las edades y sexos......[ por parte de militares] y vecinos que estaban haciendo corambre en el dicho paraje” y agrega “Consta por las declaraciones del dicho cacique se venía a entregar y amparar de los Españoles por los daños que de otro cacique que existe en el río que llaman de los Sauces recibía habiéndole muerto dos indios y llevándole la caballada que tenía y esta declaración se acredita por la declaración de otro indio que remitió el Cap. Guerrero a este Gobierno que parece, según lo que dice es del dicho cacique que existe en el Río de los Sauces que se le huyó por los malos tratamientos que le hacía por ser su esclavo y conviene en todo con lo que ha dicho el dicho cacique el Bravo y añadió que éste le había muerto un hermano del otro cacique de un flechazo por cuya razón parece se bajó a amparar de los españoles pro ser el dicho de mayor poder para que con esta noticia se resuelva también lo que se debe hacer de este cacique y gente considerando que en él milita diferente razón que en los antecedentes pues según dicen todos [que] por si ni su gente ha bajado a las estancias a hacer daño y sobre todo se vea y resuelva lo más conveniente y así lo probé yo y firmo= D. A de R.” ( pp.11 y 12).
Fue por esta causa que el cacique Bravo no fue encomendado sino resguardado en “el castillo de la ciudad” , cuidado y empadronado.
En el padrón puesto al día que se adjunta a estas cartas, se detalla que la “parcialidad” del cacique constaba de 35 personas, dos de ellas cautivas del cacique. El nombre del cacique “Nusanach Cacique Bravo de Nación Serrano, treinta y cinco años, con su mujer Quisqueyupel con dos hijos Nubalte de seis años y otra hija de pecho cristiana”. Lo acompañaban Melatuc, su sobrino de doce años, otros núcleos familiares y otros individuos de los cuales no se señala familia. Entre ellos hay varones muy mayores como Exumet de 70 años, Canuti y Detuela de 60 años así como bebés o crías de meses. En total se nombran 16 varones y 16 mujeres quedando sin nombrar a dos. Hay 5 personas de más de 40 años, 14 entre 15 y 39 años, 8 entre 2 y 14 años, 3 de menos de 2 años y no consta la edad de cuatro de ellos.
En resumen, sobre Nusanach del siglo XVII tenemos bastante más información que de algunos de los caciques del XIX. Es una pena que Robles no nos haya dejado el nombre del primero de los Bravo que murió antes de hacer la puesta al día del padrón. Tal vez esté en el padrón de 1675 al que no he tenido acceso.
 
EL CACIQUE CACAPOL O JUAN BRAVO
Parece que este lejano y antiguo cacique nació alrededor de 1670 en Huichín, un lugar en la orilla izquierda del actual Río Limay y decimos “actual” porque, en el mapa de Falkner, que presentamos, vemos que el Río Lime (Limay) llega aproximadamente hasta lo que hoy es la desembocadura del Collón Curá el que el autor dibuja como directo afluente del Negro el que comienza, en el mapa de Falkner, en la cordillera.
Sobre Juan Bravo no conocemos mucho pero lo poco que conocemos es muy sabroso. El cacique se desplazaba hasta el entorno del Casuhatí y Tandil y visitó Buenos Aires, por lo menos una vez, en 1749.

Este personaje fue descrito por Sánchez Labrador así: “Entre (los Puelches o Serranos) el de más fama es el cacique Bravo Cacapol, reconocido y respetado entre todos estos Infieles por su ferocidad y su valentía”.
Paraguay Católico, p.30.

Falkner dice “pocos son los que escapan a la furia de esta brava nación como que el caciqueCacapol muestra a sus huéspedes montones grandes de huesos, calaveras etc.

 
 
Ubicación de Huichín en el mapa de Falkner
de estos enemigos, a quienes se jacta de haber dado muerte”. Mas adelante nos sigue contando Falkner que “ no obstante los setenta años que contaba, se puso en campaña [ en 1740, ataque sobre la frontera de Buenos Aires] a la cabeza de 1000 hombres... y repartió su gente con tanto acierto que en un día y una noche pillaron y talaron más de 12 leguas de lo más poblado y rico de esa región” Descripción de la Patagonia y de las partes contiguas de la América del Sur, Hachette, 1974, pp. 130 y 133).
Veamos otra cara de este cacique Bravo. Por una de esas casualidades de la historia, en 1749 lo conoció Florián Paucke, un joven sacerdote alemán recién ordenado quien, habiendo desembarcado en Buenos Aires en enero de ese año, se encontraba en el Colegio Jesuita de esa ciudad por unos cuatro meses para luego seguir viaje a Asunción.
Paucke cuenta que durante todos esos meses llegaban al colegio misioneros de la Reducción de la Inmaculada Concepción acompañados de “indios salvajes” como “...un cacique de su nación completamente ciego... El cacique tenía el nombre de Juan Bravo, si bien era ciego sabia asimismo conducir bien a sus salvajes indios contra los Españoles y era bien temido tanto por los suyos como por los Españoles... es una nación muy grande que se extiende hasta la sierra chilena y por eso son llamados serranos...”
Nos sigue diciendo Paucke – en una descripción muy directa, sincera y de lejanía - que la constitución de estos indios era: “ personas alta, ojos negros y largos cabellos negros, completamente desnudos, pero llevaban en su derredor una manta de pieles que los cubría hasta las rodillas de un pequeño camello silvestre que llaman Juanaco [sic])....pintada por afuera con diversas figuras rojas lo que los indios estimaban un adorno....los indios que eran la escolta del cacique Bravo no tenían mantas velludas sino estaban ceñidos con una pequeña alfombra tejida que colgaba hasta sus rodillas, otra mayor cubría su cuerpo superior y tenía en el centro una abertura por donde ellos metían la cabeza y dejaban colgar la alfombra hacia abajo por sobre el cuerpo. Cada uno llevaba pendiente al costado un sable y sus boleadoras alrededor del cuerpo. El cacique con sus compañeros nos visitó a nosotros, los nuevos misioneros, frecuentes veces. Tomamos nuestros instrumentos musicales y lo deleitábamos con nuestra música sacra que le era muy agradable....el distintivo del cacique era sólo unas plumas de avestruz pintadas de rojo de un jeme [ palmo] de largo que tenía puestas en las orillas del sombrero, en lo demás no se distinguía en nada de los otros”. (Hacia allá y para acá, una estada entre los mocovíes, 1749-1767, Traducción de E. Wernicke, tres tomos en cuatro secciones, Instituto de Antropología de la Universidad Nacional de Tucumán, nº 324, 1942. pp,105-6. Escrito en 1770 o entre 1773 y 1778).
Parece que este cacique Bravo siempre supo apreciar los resultados de una buena “orquesta” ya que pasaba plácidamente de “un acierto de malón” a “un concierto de cuerdas”. Para la época en que lo conoció Paucke, Cacapol ya tenía 79 años de edad.
 
EL CACIQUE CANGAPOL O NICOLAS BRAVO
Falkner nos dice “....y también el gran cacique Cangapol que vivía en Huichín, sobre las márgenes del Río Negro. He tratado de dibujar su retrato por lo que me acuerdo de él. Su persona y su traje están representados en el mapa, como también los de su mujer Huenneec. Este caudillo llamado el Cacique Bravo por los españoles era alto y bien proporcionado. Debió de medir unos siete pies y pulgadas...Lo traté mucho e íntimamente e hice algunos viajes con él..” (p.54) Más adelante nos dice que el territorio de Cangapol era el del “Pichi Picun Leuvu”, un tanto al norte que el de su padre (p. 107).
El dibujo que está en el mapa despierta algunos interrogantes: ¿Qué tiene como adorno en la cabeza? ¿ Por qué ese arco no americano en su mano derecha? ¿ Lo que tiene en su mano izquierda es una jabalina o una lanza?
Portada del libro de Falkner
Dibujo en el mapa de Falkner
Morris ,un náufrago de un buque inglés en 1741 en las costas patagónicas fue capturado por indígenas. Al final de varios meses de camino fue llevado hasta la presencia de Cangapol ( el autor no lo nombra) y comenta: “ Enseguida fuimos citados para comparecer ante su majestad, quien nos recibió en su choza sentado en el suelo con una jabalina a un costado y un arco y flechas del otro, un suelto manto rodeaba su cintura y una especie de torrecilla de plumas de avestruz en la cabeza y fumando una larga pipa de caña”. Mientras Falkner estaba por las reducciones, Morris era un cautivo de esa “majestad” que, según él mismo apunta, “éste sólo parecía ser un jefe o capitán de una partida” (Peligros y desventuras que sobrellevó Isaac Morris, p45).
Portada del libro de Morris
Última página del libro de Falkner
Obsérvese la similitud entre el dibujo de Falkner y la narración de Morris.....a lo mejor los dos constataron la misma realidad, a lo peor.....uno se inspiró en el otro o simplemente los editores del libro de Falkner mezclaron todo lo que se sabía sobre este cacique. ¿Por qué decimos esto? Lea el lector la última frase de las “Advertencias” publicadas en la página dos del libro de Falkner en la edición príncipe de 1774 ¿No le parece extraño que los editores hayan estado dispuestos a “no mencionar el nombre del autor”?
 

Por otro lado en el libro Los indios de la Argentina, 1535-1845, según iconografía de la época,de Bonofacio del Carrill, (Emece, 1992) el autor presenta “Retratos de la orla de la cartelera del mapa [de Falkner] copiados en 1806 en el libro de Samuel Hull Wilcocke y grabado por Symonds”.

Como podemos ver, la “copia deja mucho que desear no sólo en la técnica del dibujo en sí sino en los arbitrarios agregados como las botas de Cangapol o la pollera escocesa de Huenneec, el cambio en la posición del brazo izquierdo del cacique parano dejar mucho espacio entre él

la pareja de Wilcocke  
y su esposa y el reemplazo de la “torrecilla de plumas”, de la que habla Morris - y dibujada con muy poca gracia por Falkner -, le pone una vincha que sujeta un hermoso pelo negro corto y ondulado.
Sánchez de Labrador nos dice de este cacique Cangapol hijo de Cacapol: “Los méritos de la fama de este Cacique no eran otros que su entonada barbarie...Los misioneros agasajaron al cacique Bravo, procurando amansar un poco a este Tigre, terror de los circunvecinos y aun de los apartados Españoles...Además Cangapol daba muchos indicios de la doblez de su ánimo porque si bien parecía contento y satisfecho cuando se despidió de los Misioneros; no tenía intención de permitirlos en sus tierras las que según su criterio se extendían desde Buenos Aires hasta el Río Los Sauces. También mostrose muy sentido de que los Misioneros juntasen gente en Reducciones, que en su concepto era lo mismo que quitarle sus vasallos”. Tal vez esta conciencia de sus “dominios” y sus “vasallos” anotada por los observadores, fue lo que llevó a Morris a hablar en términos de “el rey” y a Falkner a hablar de “reyesuelo” aunque ambos aclaran que si bien era obedecido, no había ningún poder formal en el status de cacique.
Al parecer esta “ferocidad” no tenía mucho que ver con un carácter individual sino con una habilidad necesaria para la sobrevivencia en ese medio indígena. Mientras está hablando del poder de Cacapol y Cangapol vs. sus enemigos Falkner nos dice que, cuando esos enemigos pueden caer por sorpresa sobre las tolderías de los primeros, éstos se salvan cruzando el río a nado “ los chicos, empero, que quedan rezagados en los apuros y confusión de la disparada, caen en manos del enemigo inhumano, que da muerte cruel a cuantos encuentra, sin que se libren ni los niños en las cunas”. Y agrega que cuando los Bravos pueden sentir al enemigo acercarse, “en tal caso pocos son los que escapan de la furia de esta brava nación, como que el cacique Cacapol muestra a sus huéspedes montones grandes de huesos, calaveras, etc., de estos enemigos, a quienes se jacta de haber dado muerte”, cita que ya hemos traído cuando hablamos de Cacapol ( p.130).
Pero las versiones posteriores que intentan describir tanto a Cacapol como a Cangapol pueden confundir uno con otro y traicionar las memorias. El ejemplo más criticado es el del Coronel Barbará en su libro Usos y costumbres de los pampas, escrito a mediados del siglo XIX.
Según dice el mismo Barbará, este autor estudió las costumbres de los pampas en las tolderías de Tapalqué de Juan Manuel Catriel el Viejo en 1848 a quien visitaba continuamente. Barbará, nos dice que repitiendo las palabras de Catriel se sabía d : “ Un cacique llamado Cangapol era, en esa época [del siglo XVIII], el más poderoso de las tribus nómades imponiendo respeto y temor a los demás caciques cuando algunos de éstos contravenía sus disposiciones, lo atacaba y castigaba severamente haciendo alarde de su crueldad. Si lograba vencerlo hacía degollar hombres, mujeres y niños, hacinando multitud de huesos, cráneos &a; y teniendo que presenciar esta horrible escena aquellos que se escapaban de ser inmolados” (p.10, negrita nuestra).
¿No le parece al lector que esto de “huesos, cráneos & a”es demasiado parecido a lo que escribió Falkner sobre Cacapol? ¿Quién se copió de Falkner? ¿Catriel o Barbará? Pero, además ¿Quién de los dos cambió a Cacapol por Cangapol? Sabemos que el nombre
está cambiado porque revisamos la Edición Príncipe reproducida en forma facsimilar por Newman, Chicago,1935 que se encuentra en el Museo Etnográfico de la FFYL, UBA. Le presentamos la página de esta edición príncipe donde está el nombre original, el subrayado es nuestro.
 

Pero, para colmo de los colmos, cuando Vignati en su libro, Los escritos del Coronel Barbará , está haciendo la comparación entre lo que dice Barbará y lo que dice Falkner con el fin de demostrar el plagio sobre los huesos etc., también cambia a Cacapol por Cangapol ¡¡¡ Y aún más: D´Angelis en su versión de la obra de Falkner, Colección Pedro de Angelis, II, Plus Ultra, comete el mismo error!!!

La vida de los indígenas habrá sido “dura” pero la de los investigadores que intentamos sacar alguna conclusión de las lecturas sobre los biografiados, no lo es menos.

Página 104 del libro de Falkner  
Agradecemos al Señor Director del Museo Etnográfico, Universidad de Buenos Aires, el habernos permitido sacar algunas fotocopias del facsímil de la Edición Príncipe del libro de Falkner resguardada en esa biblioteca. La Edición Príncipe original la trabajamos hace muchos años en la biblioteca de la Universidad de Nueva York.
Con esta sección “ROSTROS DE LOS BRAVO, TERRIBLES Y ROMÁNTICOS” concluimos el III capítulo de nuestra presentación general de “ROSTROS ABORÍGENES DE LAS PAMPAS ARGENTINAS, SIGLOS XVIII Y XIX”.
ADDENDA : UNAS “FOTOGRAFÍAS” EN LA MISIÓN DEL PILAR
¡EN 1746 Y PICO!
En los capítulos I y II de ROSTROS ABORÍGENES DE LAS PAMPAS ARGENTINAS (vol.2,nº2 y vol. 2,nº 3 Boletín Tefros, Imágenes de la Frontera) he señalado algunos “equívocos” ya en tomar el rostro de un indígena y dibujarlo como perteneciente a otro, ya decidiendo que la foto de uno pertenece a otro. Este caso que presento ahora es mucho más “arriesgado” porque no sólo el/los personaje/s, no sólo sus rostros, sino el hecho fotográfico en sí es un fraude.
Estamos aludiendo a unas fotografías que aparece en el libro Orígenes históricos de Mar del Plata, escrito por Julio Cesar Gascón, número XX de la colección “Publicaciones del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires”. pp.28-29-55. Deseo aclarar inmediatamente que el autor del libro no alude en ninguna forma ni circunstancia a esas ilustraciones lo que nos hace suponer que su inclusión no fue de su autoría.
Escuela de Catecúmenos en la Reducción del Pilar
Una fiesta de indígenas en la Reducción del Pilar
Indios Puelches
Recordemos que la Misión del Pilar existió entre 1746 y 1751. Conociendo esta fecha e inspeccionando las fotos nos preocupamos y asombramos lo bastante como para pedir ayuda experta. Nos comunicamos con el Profesor Juan Ferguson de Mar del Plata quien nos comunicó en un e-mail que, tras consultar el libro él mismo, había llegado a las siguientes conclusiones:
“En mi opinión, el autor o el editor se equivocaron al elegir o titular estas imágenes. Las fotos de las páginas 28 y 29 NO pertenecen a la Reducción del Pilar original; en primer lugar porque esa fundación era del siglo XVIII y la fotografía se inventó a mediados del siglo siguiente (lo cual es, en sí mismo, concluyente); en segundo lugar, porque la reconstrucción del edificio original aquí en la Sierra de los Padres es del año 1968....; y en tercer lugar porque los indígenas que aparecen allí, en función de su vestimenta y adornos, parecen pertenecer a etnías del noreste o de la Mesopotamia. Por último, hasta donde se sabe, las paredes de las reducciones (tanto de la del Pilar como las de los Desamparados) estaban hechas con troncos pero revestidas en barro, en el caso de las fotos citadas las paredes sólo tienen troncos (siendo esto posible sólo en un clima más benigno que el de estas latitudes).
Creo las fotos citadas se utilizaron con fines meramente ilustrativos, sin mayores preocupaciones por su origen. ....es probable que haya habido un error de edición, y que los títulos de las fotos no expliciten claramente que se trata de establecer una analogía con las imágenes y no una correspondencia exacta, es decir, que las fotos son una ejemplo de cómo debería HABER SIDO la citada Reducción. En el fondo, creo simplemente que las fotos han sido usadas con cierta ....falta de preocupación por su contenido histórico. Esto no es de extrañar, pues la historia de la fotografía y la valoración de las imágenes como fuentes es algo bastante reciente. Sin otro particular, le envío un cordial saludo. Juan Ferguson.
Creemos que esta nota tan elocuente como instructiva nos exime de más comentarios. Apreciamos y agradecemos al Profesor J. Ferguson su colaboración tan valiosa.
Meses más tarde, y por otras razones, estábamos leyendo un artículo de Milcéades A. Vignati “ Los habitantes proto- históricos de la pampasia bonaerense y nodpatagónica”
(Academia Nacional de la Historia, Investigaciones y Ensayos, nº 3, 1967, Bs. As.) cuando, en la nota 5, nos encontramos con la siguiente crítica acérrima y, a nuestro parecer, algo injusta en algunos aspectos, sobre el tema:
“El autor ha incorporado a su monografía algunas ¡fotografías! -; ¡a mediados del siglo XVIII ¡- de los “catecúmenos de la Reducción del Pilar” en la que es dado ver libros en manos de los niños, un hombre con sombrero tipo comienzos del siglo XX, con saco, camisa blanca y corbata; una mujer vestida a lo morisco, otra con guardapolvo...En fin, todas las maravillas imaginables. Si no se trata de reducciones chaqueñas actuales, tal vez sean de Chile. En la página 55 da otra con el sugerente nombre de “indios puelches”: ahí, - a la izquierda, abajo – se ve una palangana ...su proveniencia la creo similar a las anteriores. Con estas ilustraciones, el autor ha introducido – en gentil homenaje de agradecimiento “ a quien leyere” – la nota jocosa que aligera el tedio de su lectura” (p.41).
Estimado lector, creo que estas observaciones que no son de mi competencia, pero sí de mi incumbencia, tienen importancia para alertar al lector acrítico, liviano y poco comprometido en los temas que ocupan a estudiosos e investigadores, en los temas de nuestro pasado indígena, mestizo y europeo.
No quiero terminar el trabajo que me propuse exponer en tres capítulos...y un apéndice, sin presentarles unas obras que, a mi parecer, son muy bellas. Se trata de unas ilustraciones – felicísimas- hechas por el artista argentino, cordobés, José Alberto Gómez quien ha creado estos trabajos y otros más para el libro de Guillermo Alfredo Terrero “Caciques y Capitanejos en la Historia Argentina”, Plus Ultra, 1974.
Tres cuadros bastan para apreciar la enorme fortaleza estética del pintor
José Alberto Gómez en cada uno de sus trazos.
Indio Bombero
La boleada
El parlamento
Estimado lector, hora sí doy por terminado mi trabajo. Muchas gracias por su atención.
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